Leemos muy asiduamente cómo, adalides de la rebeldía y la libertad no quieren someterse al Poder. Aparecen así, del brazo de humillados conglomerados económicos y holdings mediáticos oprimidos por el totalitarismo de ese Poder al que hay que combatir. E insisten con ese relato de corderos débiles contra lobos poderosos, quemándonos las cabezas con sus llantos y sufrimientos.
Pero cada vez son mas quienes advierten de la trampa: el Gobierno NO es el Poder. Después del desguace de la dictadura y del menemismo, ni siquiera en el Estado se encuentran los resortes fundamentales del Poder. Los poderosos son ellos, los que siempre hicieron lo que quisieron en este país. Quienes traspasaron la deuda de sus empresas al Estado en la dictadura con Cavallo, quienes dejaron de pagar el impuesto a la herencia con Martinez de Hoz, quienes tienen cientos de miles de millones de dólares en el exterior, quienes son dueños de miles y miles de hectáreas y siguen pidiendo subsidios en cada sequía o quienes viven de los créditos del Estado discurseando contra el clientelismo. No se puede hablar de combatir al régimen o al poder de la mano de esa gente.
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