
Es obvio que nadie defenderá pública y
abieramente la
contaminación ambiental. Las opiniones se dividirán entre quienes acusan a determinadas empresas de ser
contaminantes y quienes ofrecen pruebas de lo contrario. Lo real es que el capitalismo es en sí mismo
contaminante, por no decir que la sola existencia
social y cultural del ser humano afecta los
ecosistemas "naturales". La discusión sobre la
minimización de los riesgos ambientales la deben hacer los científicos con la mayor objetividad posible, resguardada por los poderes públicos. Mientras tanto nos debemos una discusión sobre el modelo económico minero. No podemos defender para el futuro un modelo
extractivo similar al de la época de la colonia. Habrá que dar acelerados pasos para que la mayor parte de los frutos minerales queden en el país. Si queremos que la soja se exporte convertida en hamburguesas, debemos también aspirar a que el oro no salga sino convertido en anillos y el litio en baterías.