miércoles, 11 de noviembre de 2015

Para muestra, basta una deuda: la de la Ciudad de Bs. As.

Si lo quieren ver a Macri como respetuoso de las instituciones republicanas, por mas que vetó 126 leyes y puso sus amigos en la Justicia porteña, véanlo.
Si lo quieren ver como el honesto que combate la corrupción aunque le haya pagado 20 millones en contratación directa a Niembro y tanto mas en pautas a medios que nunca las cobraron, véanlo.
Si lo quieren ver como el defensor de la libertad de expresión y las instituciones, aunque esté procesado por escuchas ilegales, véanlo. Cada uno es libre de procesar su fe de la mejor manera.
Pero esas cuestiones formales y genéricas, que a nuestro entender son transversales, para bien y para mal, a todos los espacios políticos, no hacen al fondo de la decisión del 22 de noviembre próximo.
Nuestro país pudo tener, en 200 años de historia, muy pocos períodos continuos de construcción nacional autónoma. Podemos mencionar la época de Rosas, el Yrigoyenismo, el Peronismo y estos años del Kirchnerismo. El resto, fueron o períodos directamente gobernados adrede para frenar nuestro desarrollo, o brevísimos intentos que no prosperaron.
No sigan insistiendo con que hablar de eso es quedarse en el pasado, es de muy ideologizados o atrasa. Lo que atrasa es negarlo.
Hace 200 años que unos pocos tratan de convencer a las mayorías (y a veces lo logran) que no debemos pensar en nuestro desarrollo autónomo, en la protección de la industria, en el desendeudamiento. Hace 200 años que tratan de convencernos de "integrarnos al mundo" lo que para esa teoría no es imitar lo que hicieron los países desarrollados para llegar a serlo, sino obedecer lo que piden una vez que lo son.
En esa historia tiene una preponderancia fundamental tanto el tema de la deuda como el tema del dólar o las divisas de intercambio.
Los gobiernos que realmente propician un desarrollo autónomo y la construcción de un proyecto de país, hacen lo posible por desendeudarse y que el peso de la deuda en relación al PBI tenga la menor incidencia posible. En el mismo sentido, tratan que los dólares o las divisas se encaminen a los sectores productivos y no a la especulación.
Al contrario, los gobiernos que propician un Estado meramente productor de materias primas, resignándose a un rol subordinado a las naciones industriales, propician tomar deuda sin importar la cantidad ni el destino. En el mismo sentido, favorecen que los dólares o las divisas se fuguen libremente o se usen para la especulación. Para muestra, basta ver la evolución de la deuda de la Ciudad de Buenos Aires durante el gobierno del PRO o su única propuesta concreta conocida hasta el momento que es la liberación del mercado cambiario con una megadevaluación.
Por todo esto, no cabe duda entonces, que el candidato que mejor expresa esta etapa de consolidación de un desarrollo autónomo es Daniel Scioli.