martes, 19 de marzo de 2013

A dios rogando...

Si alguien piensa que con la elección de Bergolio como nuevo monarca de la Iglesia Católica se verán rápidas transformaciones en dicha institución o en la geopolítica mundial, simplemente no analiza la rigidez y el peso de sus dos mil años de historia.
Podremos seguir apreciando prontamente algunos gestos y señales que marcarán una diferencia de estilo entre antiguos y nuevo papa. Pero nadie espere una condena explícita a la complicidad de la Iglesia con la dictadura argentina, o una denuncia contra los poderes económicos del mundo, o un compromiso verdadero con los pobres que significaría una lucha concreta contra la concentración de la riqueza, apoyando su distribución con medidas concretas.
La esperanza es lo último que se pierde, es verdad, pero como finaliza el dicho del título de este post, hasta que no se agarre el mazo y se pongan verdaderamente manos a la obra, no veremos resultados.
Y eso, en una estructura milenaria, rígida, poderosa, con tintes mafiosos y alianzas odiosas, será muy difícil, nadie se haga muchas ilusiones.