
Una muerte. No fue de epilepsia, sino de abandono de persona. Indignación de los vecinos de la villa. Organización, solidaridad, corte de la autopista. Exigen dignidad. Ambulancias. No morirse.
Pero el movilero le pregunta a los automovilistas qué sienten. Los instan a que escupan hartazgo por la demora, por las protestas, por los otros. El vecino epiléptico que murió abandonado por la discriminación y el abandono se llamaba Humberto Ruiz y sus vecinos lo velaron en la Villa 31. Los automovilistas indignados por el caos de tránsito, cuando lleguen a su casa y enciendan tranquilos el televisor, ni siquiera se enterarán de su nombre