Nuestros héroes son los soldados, los colimbas que pelearon casi sin saber usar un arma. Los asesinos que crearon esa estrategia suicida siempre fueron solamente eso: asesinos.
Aquellos soldaditos ¿no hubiesen merecido alguna tapa en blanco?
Hubiese sido una presión importante que el principal diario argentino de la época no se plegara a la locura gobernante. Pero ni siquiera tuvo el coraje de llamarle rendición a la rendición. Y hoy se llenan la boca hablando de libertad de expresión.



