jueves, 1 de septiembre de 2022

La autonomía de la Ciudad de Buenos Aires es MUNICIPAL

 

La autonomía de la Ciudad de Buenos Aires es MUNICIPAL. No está en discusión la autonomía en sí, sino su significado y su alcance. La Constitución Nacional, reformada en 1994, es clara en el sentido de que "La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de Gobierno autónomo con facultades propias de legislación y jurisdicción". Lo que no puede discutirse es que en ningún momento le otorga rango de Provincia y (si bien las referencias a este tema están incorporadas en el Título Segundo, Gobiernos de Provincia) siempre se menciona a la Ciudad como algo distinto y diferenciado del resto de los distritos. Por lo tanto, así como la Constitución Nacional obliga a las Provincias a respetar la autonomía municipal, lo que está haciendo con la Ciudad, sede de la Capital Federal, es respetarle esa misma autonomía municipal. Los consensos políticos de la década del 90 hicieron que se extralimitaran estas atribuciones y, en vez de sancionarse un Estatuto Organizativo de la Ciudad, como la Constitución Nacional sostiene, se haya sancionado la Constitución Porteña. Y además, por ejemplo, que en esa Constitución se haya reivindicado el dominio de sus recursos naturales, cuando en rigor le corresponden a la Provincia de Buenos Aires. En todo caso le podría corresponder su uso y aprovechamiento mientras sea Capital de la República. En definitiva, existiendo la autonomía municipal, cualquier ciudad del país podría denominarse "Ciudad Autónoma" sin dejar de ser un municipio más, lo que sucedería con Buenos Aires si en algún momento dejara de ser Distrito Federal.

lunes, 29 de agosto de 2022

La ancha avenida del medio es Cristina

Desde hace unos años - tal vez podríamos decir desde el 2008, con los piquetes de las patronales agropecuarias - nos quieren hacer creer que en nuestro país hay dos extremos irracionales y que hace falta un centro equilibrado.

Para justificar semejante disparate hay una construcción político-mediática que estigmatiza al kirchnerismo (y a todo lo que se acerque a él) como propulsor de ilusorias confiscaciones, socializaciones o medidas filocomunistas que solamente están en sus afiebradas imaginaciones. Con el fin de oponerse a esa construcción inexistente se ha articulado un bloque político – en este caso sí – cada vez más extremo en cuanto a sus acciones y propuestas.

Mientras de un lado se propone una sociedad inclusiva, que mantenga niveles de paz social y recupere movilidad social, del otro se incita a quebrar décadas de organización laboral que propicia la armonía y el resguardo de derechos.

Mientras de un lado se propone frenar lo más posible el endeudamiento externo y principalmente con los organismos multilaterales, del otro se reivindica ese endeudamiento.

Mientras de un lado se propone el intento de mantener el poder adquisitivo de los salarios, del otro se insiste en devaluación y ajuste a como dé lugar.

Mientras de un lado se propone un modelo de desarrollo con industrialización y sustitución de importaciones, con generación de empleo, del otro se reivindica el modelo agroexportador de principios de siglo XX en el que sobran 20 millones de personas.

Mientras de un lado se reclama una justicia transparente y sin privilegios, del otro se justifican trapisondas, acusaciones sin pruebas, espionaje, persecución y se impulsa la estigmatización y “eliminación” política del adversario.

Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner fueron el intento más cercano en las últimas décadas de construir herramientas para un país inclusivo que redunde en la disminución de la violencia y la injusticia.

Cristina, por su parte, ha demostrado – con esos objetivos estratégicos – su capacidad de diálogo con los más disímiles sectores e incluso con duros adversarios y ex adversarios políticos. La defensa férrea pero retórica de sus convicciones estratégicas no le impidió nunca una mirada amplia de las necesidades tácticas de cada momento.

Cristina representa los 12 años de paz, desarrollo, crecimiento e inclusión que vivió Argentina entre 2003 y 2015. No es ningún delirio, no es ningún extremo.

Quienes extremaron sus posiciones y propuestas políticas llevándolas a situaciones antidemocráticas peligrosas, fueron quienes se opusieron a aquel progreso y en el fondo no lo quieren ni lo querrán nunca.

Cristina es la ancha y mayoritaria avenida del medio entre las minorías a las que no les interesa la gestión del Estado y las que quieren apoderárselo con autoritarismo y persecución para conservar y consolidar los privilegios económicos de unos pocos poderosos.


miércoles, 24 de agosto de 2022

Una nueva etapa

Hay olor a nueva etapa. La alianza macrista mediático judicial está cruzando el límite de la paciencia. No cuidan ni las formas y su "republicanismo" es cada vez más similar al que predicaron todas las dictaduras argentinas del Siglo XX. Un "republicanismo" retórico que se lleva puestas las más elementales reglas institucionales y democráticas. 
El repudio debe extenderse. Debe ampliarse. La defensa de la Democracia debe traspasar los límites del oficialismo y de los partidos políticos que lo apoyan. Está en riesgo la capacidad transformadora de la política. Es tiempo de frenarlos. Unos poquitos personeros del poder real enquistados en el Poder Judicial no pueden llevarse puesta la Democracia.