
Éste será un post un poco mas extenso que los habituales. Estuvimos frente al Congreso para verlo
personalmente. Lo hicimos también aquella vez en el Monumento a los Españoles cuando un sector de la sociedad salió a defender los mismos valores
retrógados encarnados, en esa oportunidad, en los patrones
sojeros. En ambos casos quisimos vivir la experiencia de mezclarnos entre gente que piensa muy distinto a nosotros, tal vez con el fin de no sacar conclusiones apresuradas.

En principio digamos que las dos
movilizaciones (salvando las distancias numéricas) demuestran que la calle también es ganada por aquellos que quieren conservar privilegios. En los dos casos vimos los clásicos
micros criticados
prejuiciosamente cuando en ellos se suben "
morochitos" o
trabajadores y
trabajadoras. Si los
micros vienen con rubios fieles de iglesias o militantes de sociedades rurales son más legítimos. Nadie dirá nada si el
cartelito del micro es de la Parroquia "Santa Rita", pero se desatará una furia
mediática si dice "unidad básica", "sindicato" o "comité".

Ese doble estándar no nos puede llevar a la
equivocación de suponer que quienes se suben a los
micros eclesiales lo hacen presionados. Si no lo son en un caso, tampoco en el otro. Partimos de suponer que quién asiste a cualquier
movilización lo hace libremente y con convicción.
El tiempo ayuda a clarificar conceptos y muchos que reclamaban en un tiempo "consenso" y "diálogo" como consignas huecas y vacías, se dan cuenta con este debate actual que cuando se trata de avanzar hacia la asignación y defensa de derechos, el conflicto surge con fuerza. Hay un sector de la sociedad que apoyó a los patrones agrarios y hoy apoya el matrimonio igualitario. Ese sector se está dando cuenta que avanzar significa tocar intereses.

Y cuando se tocan intereses, el idilio de la
tranquilidad se rompe. No habrá guerra, pero habrá política. La política será la encargada de procesar los conflictos. Con apoyos para avanzar hacia la justicia y con apoyos de quienes prefieren o les conviene el
statu quo. En esta cruzada contra el matrimonio igualitario, la Iglesia es el principal actor aglutinante. Perder la palabra "matrimonio" es perder poder. Por otra parte en la última elección para Papa,
Bergoglio casi gana. Si sale esta ley en Argentina, puede ir olvidándose de otra futura posibilidad.

Pero también es evidente que encuentran en este tema encarnadura social. Si bien se vieron en la plaza Congreso dinosaurios vivos, hay que señalar que gran parte de la concurrencia estaba compuesta por jóvenes.

La simple explicación del no pase de
inasistencias en los colegios no alcanza. Hay una necesidad de expresión y
participación política que se canaliza en estas oportunidades. Claro que nos preguntamos ¿qué le dirán a sus hijos en unas décadas cuando le pregunten de qué lado estuvieron? Eso nos lleva a proponerles que empecemos a preguntarle a nuestros mayores de qué lado estuvieron con el voto femenino, con el divorcio, con el simple
matrimonio civil.
No vamos aquí a hacer competencia numérica. Es probable que haya habido hoy un poco mas de gente que el 28 de junio cuando se defendió el matrimonio igualitario, pero si hubiese sido al revés tampoco cambiaba gran cosa. Hay que tener en cuenta que todavía sigue siendo un tema tabú y sigue siendo difícil movilizarse a favor de los derechos de las minorías. Lo que es interesante señalar es la composición de ambas marchas. La diversidad expresada el 28 de junio contra la
homogeneidad de hoy: típicas familias de barrio norte y de otros barrios, junto a correctos estudiantes.

No se vieron pelos largos, ni teñidos, ni
piercings, ni escotes, ni pantalones ajustados. La principal consigna fue "queremos mamá y papá", olvidándose de la infinidad de madres solteras, viudas, divorciadas. Pero además olvidándose de lo violento que resulta esa consigna en hijos e hijas que no tienen ni mamá ni papá o les falta alguno de ellos. ¿No les duele esa violencia verbal ejercida contra chicos y chicas? Lo que también es cierto es que hay un avance cultural importantísimo. Aunque este debate haya
reflotado argumentos de la edad media, ya son muy pocos quienes creen que la
homosexualidad es una enfermedad o que tienen mas predisposición al divorcio.

Incluso en la
movilización de hoy contra el matrimonio igualitario, no se escuchaban voces de condena contra ninguna orientación sexual ni juicios morales absolutos como en otras épocas.
Incluso nadie dijo nada cuando un "infiltrado" le pidió a su pareja que le sacara una foto de recuerdo con esos
globitos naranjas, que no eran
preservativos inflados: